miércoles, 29 de septiembre de 2010

LOS ETRUSCOS, ESOS GRANDES DESCONOCIDOS

En estos primeros días de clase ha salido a nuestro encuentro un antiguo pueblo del que muchos no habíais oído hablar: los etruscos, que habitaron parte de la península itálica y cuyo alfabeto adoptaron los romanos para escribir la lengua que empezamos a aprender, el latín.

No es mala idea averigüar algo más sobre ellos y sobre la influencia que su avanzada cultura tuvo en la civilización romana. Lo primero será situarlos en el tiempo y en el espacio. Aquí tenemos un mapa que nos muestra el territorio que ocupaban: al norte de Roma, en gran parte lo que actualmente es la región italiana de la Toscana, y siendo el río Tíber su límite natural.

Sabemos que su civilización floreció entre el siglo X y el siglo VIII a.C., es decir, antes de la legendaria fundación de Roma (753 a.C.), alcanzando su máximo esplendor entre el 600 y el 400 a.C., y aunque los eruditos no se ponen de acuerdo sobre su origen, la idea más aceptada actualmente es que eran un pueblo autóctono de la península itálica con fuerte influencia de pueblos orientales, recibida a través de los fenicios y del mundo griego. Gran parte del misterio que rodea a los etruscos se debe al hecho de que su lengua sigue aún sin ser descifrada: podemos leerla (recordad que los etruscos tomaron el alfabeto de los griegos), pero no entenderla. La mayoría de los testimonios de esta lengua son epigráficos, es decir, escritos en soporte duro (piedra, metal). No estaría de más echar un vistazo a la entrada que dedicamos al tema de la epigrafía en este blog el 19 de enero: SCRIPTA MANENT.

Como muestra, aquí tenemos una imagen del "Hígado de Piacenza"una pieza de bronce que representa las distintas partes en que se dividía el hígado del animal que los sacerdotes iban a examinar para averigüar la voluntad de los dioses. Los sacerdotes examinaban el hígado como símbolo del cielo, luego este mapa sería su representación del cielo, dividido en compartimentos, con los nombres de cada dios. Y es que el mundo religioso de los etruscos, del que la religión romana tomó tantos aspectos, es otro de sus grandes atractivos. Un mundo en el que se mezclan los dioses y sus mitos con la superstición y las prácticas rituales de carácter mágico. Junto a la práctica adivinatoria a través del estudio de las entrañas de los animales sacrificados, de la que nos habla el hígado de Piacenza, y que era conocida como haruspicina, los etruscos también estudiaban el vuelo de las aves con fines adivinatorios. Roma adoptó ambas, y así los harúspices y los augures eran los sacerdotes encargados de interpretar las señales divinas según estas disciplinas etruscas.
Otros aspectos, como el arte, la arquitectura, la ingeniería, la organización política y social, el comercio o la navegación, nos hablan de una cultura rica y sofisticada, que en cierto modo constituye una conexión entre Grecia y Roma, entre Oriente y Occidente. La civilización de unos hombres que sabían entregarse a los placeres de la vida, al menos así los han retratado los escritores romanos que nos hablan de ellos. Les llamaba la atención, sobre todo, el papel de la mujer estrusca en la sociedad, pues lejos de permanecer relegadas en un segundo plano, como las mujeres griegas y romanas, tomaban parte activa de la vida pública y disfrutaban de amplias libertades y derechos, ocupando lugares de importancia y compartiendo con los hombres un espacio en la sociedad. Algunos estudiosos hablan incluso de una sociedad con rasgos de ginecocracia (bonita palabra de origen griego con la misma raíz que ginecólogo o misógino).

Es en las tumbas, y en general en el mundo funerario, donde encontramos los testimonios más espectaculares del arte etrusco. Así que acabaremos esta entrada disfrutando con imágenes de pintura y escultura etruscas: una escena de danza que decora el interior de una tumba, y la conocidísima "Loba capitolina", escultura en bronce que es ya el símbolo de Roma, aunque los dos gemelos, Rómulo y Remo, fueron añadidos unos 20 siglos más tarde.